La verdadera historia de Tracy Edwards, el hombre que escapó de Jeffrey Dahmer

Una oscura noche de julio de 1991, oficiales que manejaban en Milwaukee vieron a un hombre solitario corriendo hacia ellos desde las sombras. Extrañamente, llevaba esposas alrededor de una muñeca. Este aterrado individuo era Tracy Edwards y tenía una historia que contar. Verás, acababa de pasar unas horas en compañía de alguien cuyo nombre estaba a punto de pasar a la historia del crimen... Jeffrey Dahmer.

Cómo Edwards conoció a Dahmer

Edwards conoció a Dahmer en el centro comercial Grand Avenue Mall esa misma noche; Dahmer se había acercado a él y le había hecho una oferta inusual. Le había pedido a Edwards que volviera a su casa a tomar unas cervezas. Hasta ahora, un hombre muy amable. Pero este desconocido también le pidió que vieran una de sus películas favoritas: El Exorcista III. Todo sonaba un poco extraño, pero una oferta financiera ayudó a hacer la propuesta más atractiva para Edwards.

¿Dinero por no hacer nada?

Sin embargo, a cambio del pago, Dahmer sugirió que Edwards posara para algunas fotos privadas. ¿Era esto opcional para el huésped potencial o no? En cualquier caso, Edwards encontró problemas más apremiantes una vez que entró al departamento de su nuevo amigo... el olor espantoso que entró en sus fosas nasales, por ejemplo. Llegó a sospechar que había puesto un pie dentro de un lugar muy peligroso.

Dentro de la guarida de Dahmer

Dahmer trató de distraer a Edwards para poder esposarlo, aunque esto no salió del todo según lo planeado, lo que resultó en que solo una muñeca quedara sujeta. Luego llevó a la víctima potencial al dormitorio, donde Dahmer sacó un cuchillo. Eso, más la presencia de químicos fuertes y la película de terror que se proyectaba en un televisor, debe haber sido aterrador para Edwards, quien comenzó a rogar por su vida.

Comportamiento perturbador

Aunque Edwards se ganó el cuestionable estatus de ser la única persona que escapó de las garras de Dahmer, aún así tuvo que sentarse en ese apartamento rancio durante varias horas. El asesino logró hacer que la situación fuera aún más escalofriante cuando en un momento dado apoyó la cabeza en el pecho de Edwards. La revista People habló recientemente con el abogado defensor de Edwards, Paul Ksicinski, quien arrojó algo de luz sobre cómo se sentía la víctima en esos momentos aterradores.